Después de un vigoroso libro de cuentos y de una novela corta que vino a confirmar hacia su producción el interés de los lectores atentos, Sergio Galindo, joven narrador veracruzano, nos entrega ahora su primera obra extensa de ficción: La justicia de enero. En ella crea con evidente soltura a los personajes y desarrolla una historia que atrae desde las páginas iniciales. Galindo sabe contar; sabe, asimismo, infundir vida propia a sus criaturas. La anécdota encuentra en la ciudad de México vasto escenario, en el cual seres y acciones se acrecientan, se dilatan y complican. La gran ciudad, con su elástica tabla de valores y su oscilante código moral, condiciona en parte la vida de los personajes. Éstos, ciegos, reitera tivos, obsesionados, habitan su inseguridad po blada de ausencia de principios, de escasez de dinero y de carencia de una sólida grandeza. La vida para ellos es un sucesivo encararse con el triunfo momentáneo o con la derrota irre mediable y duradera.
La justicia de enero cuenta, entreverándo las, las historias de varios agentes de migración: sus conflictos domésticos, personales, aunados a aquellos que les plantea su propia ocupación, principalmente el de la justicia. Este tema aparece tal como ellos lo viven, es decir, como lo ignoran o lo sospechan.
Galindo ha dicho que en esta obra quiso describir la ominosa y prolija cacería de un extranjero de condición migratoria irregular y que, a la postre, refirió la historia de cada uno de los perseguidores.
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